Crimen de Romina Aguilar: “Tenía que firmar la declaración en contra de Lorenzetti o me iban a matar”
Así declaró Edivaldo de Oliveira Pereira en la audiencia de este lunes. Denunció que fue secuestrado, torturado y amenazado por efectivos de la División Homicidios. Aseguró que la autoincriminación fue redactada por los policías y la jueza Penal, Virginia Palacios. También estaban presentes la fiscal Carolina Monte Riso y Carlos Salazar.
Por Antonella Camargo
Fue una de las audiencias más esperadas en el juicio que se sigue por el homicidio de Romina Celeste Aguilar. Después de más de cuatro años, Edivaldo de Oliveira Pereira se sentó ante los jueces y contó su verdad. En febrero del 2016 había reconocido su participación en el hecho y también involucró a Diego Lorenzetti y a Leandro Vílchez. Hoy lo desestimó.
“Hace meses que estoy esperando para este momento”, fueron las primeras palabras frente al Tribunal presidido por José Luis Flores. A lo largo de una hora y media relató cómo llegó a la primera declaración y cómo han sido los años en prisión. Apuntó contra la jueza de Instrucción Penal, Virginia Palacios e integrantes de la División Homicidios.
Recordó el 29 de febrero como el primer día de clases de su hija. Detalló que esa mañana fue junto a su esposa a la escuela y cuando debía retirar a la niña advirtió que un vehículo lo estaba siguiendo. Alrededor de las 13 optó por dejar a ambas en su vivienda y cuando emprendía viaje hasta el Hipódromo (donde trabajaba), en la calle Granaderos Puntanos antes de Italia fue interceptado por los efectivos.
Siguió contando que lo apuntaron con un arma, lo redujeron y “secuestraron”. Tras ello, lo llevaron hasta la sede de Homicidios, donde se encontraba la moto que supuestamente utilizó junto a Vílchez para perpetrar el crimen de Aguilar. “Ahí me empezaron a pegar, querían que me hiciera cargo. Decían saber que era Lorenzetti y el Bocón”, rememoró.
En la testimonial mencionó a miembros de Homicidios: Héctor Muñoz, Hugo Cornejo y alguien a quien le decían Matías, que no ha sido convocado a declarar. Continuó señalando que lo llevaron a un campo en Salinas del Bebedero donde lo asfixiaron con una bolsa, golpearon y dispararon “tiros en la oreja”.
“Decían que no me querían a mí, sino al `Boconeta´ y a Lorenzetti (…) Casi me mataron a palos. Ellos sabían todo, pero yo nada. Tenía que firmar la declaración o me iban a matar a mí y a mi hija (…) Llegó un momento donde no me quedó otra. Dijeron que me iban a dar la protección de testigo. Lo único que tenía que hacer era firmar”, indicó y precisó que tras ello emprendieron la vuelta.
Precisó que tras la agresión tenía “un tajo en la boca”, moretones en las manos y “no escuchaba de tantos golpes”.
Oliveira Pereira también hizo referencia al traslado al Poder Judicial para el cual tuvo que ir en su vehículo acompañado de los tres policías, y calculó que llegaron entre las 20 y 21 de ese mismo día.
En el lugar estaba la jueza Virginia Palacios, junto a su secretaria (la actual fiscal de Cámara, Carolina Monte Riso) y “al rato entró (Carlos) Salazar”, quien se desempeñaba como defensor oficial.
“Me decían que me quedara tranquilo, no me iban a hacer nada. Boconeta estaba procesado y ellos querían a Lorenzetti. Lo que tenía que hacer era firmar la declaración si no matarían a mi mujer e hija”, aseveró.
El brasileño expuso que Cornejo, Muñoz, Palacios, Monte Riso y Salazar “empezaron a hacer la declaración” y se acordó: “Hablaban entre ellos. Por ahí decían `esos dos renglones están mal, borralos´. Siguieron escribiendo”.
“La fiscal le puede decir la verdad, era la secretaria de la jueza. Ella sabe bien. Ella más que nadie le puede decir”, insistió haciendo referencia a Monte Riso, quien evitó hacer preguntas durante la indagatoria de este lunes. “La doctora Palacios fue la que más me dijo que me quedara tranquilo e iría a una protección de testigos. Que yo firmara ahí”, remarcó.
A su vez advirtió: “No me voy a involucrar porque sí. Firmé como que había participado de eso. Nunca me leyeron de una muerte, si no lo que quisieron”.
También repasó que luego de eso fue trasladado a la Comisaría 2º donde permaneció durante nueve días. Dijo que en un comienzo los efectivos le llevaban comida “dos veces al día” y “puchos”. “A Matías no lo vi más y fue el que más me pegó”, ratificó.
El hombre subrayó que nunca estuvo en el lugar del hecho y reconoció que tenía “problemas con la droga”.
“Me dejaron mal parado. Yo viví un infierno. He pasado una humillación muy grande. Mi hija hace cuatro años me viene a ver al Servicio Penitenciario. He vivido muy mal. Me llenaron de versos que no iba a ir preso”, criticó, y contó el hostigamiento que padeció de otros internos quienes lo señalaban por matar a una mujer o ser “policía”.
Respecto a la moto secuestrada por Homicidios afirmó que se trataba de una Crypton 110 centímetros cúbicos que había sido enviada a arreglar: “Mi mujer la mandó a la calle Granaderos Puntanos, a una cuadra de mi casa, a un muchacho que yo conozco como `Rubio´ (Manuel Mitchell Puebla). Lo conocía hace meses. Él fue a mi casa y se llevó la moto”.
También mencionó a Gastón “Chucky” Nadalini, quien era el otro dueño del taller: “Yo le vendía droga. Hace unos dos meses lo conocía a él”.
Oliveira Peirera fue consultado por el testigo Luis Blatter, quien declaró un viaje en taxi donde el brasilero junto a Vílchez le habrían propuesto participar del asesinato: “Jamás he visto a esa persona. Aparte yo no salía a boliches. Era muy responsable en mi laburo. Todos los domingos sí o sí iba a correr. El sábado era muy particular, de concentración. Tenía que estar en buen estado físico para las carreras”.
Sobre a Vílchez dijo conocerlo “de la esquina” de su casa “por droga”. “Hay un kiosco donde siempre se juntaban los pibes a tomar unas cervezas y fumarse unos porros. Ahí tenía unos clientes. Lo conocía de unos cuatro o cinco meses antes del hecho”, especificó.
Por otro lado manifestó que la relación con Lorenzetti era “buena”, pero sólo era un vínculo “de empleado a patrón”. Y referenció que se enteró de la muerte de Aguilar a través de un llamado de su esposa, cuando estaba trabajando, alrededor de las 8 de ese 30 de enero.
Transmitió amenazas de parte del ex intendente cuando ya estaba detenido: “Me habló para que cambiara la declaración. No podía modificar algo que no hice. No sé cómo estoy hablando ahora. Conversamos dos o tres veces en el patio y nunca más”.
De la misma forma, contó presiones de otros internos cuando trabajaba en un taller de la cárcel. “Yo pensé que les podía pasar cualquier cosa a mi familia. Ellas viven solas”, expresó.
Y continuó refiriéndose a peleas con demás presos y problemas con oficiales: “Un jefe de guardia me hacía la vida imposible por la causa, por la carátula mía. Ahí se manejan así”.
“Estoy dispuesto a ratificar esto ante la jueza y quien sea. No tengo nada que esconder. Soy una persona de familia humilde. No estoy hablando nada fuera de lo que pasó”, respondió ante la consulta de la vocal Silvia Inés Aizpeolea.
Finalmente agradeció a su abogada Olga Allende y pidió: “Que se haga justicia. Ya he sufrido demasiado. Tengo amenazas de muerte”.
Allende solicitó al Tribunal que se resguarde la integridad física de Oliveira Pereira dentro del Penal. Los jueces aceptaron el requerimiento y garantizaron que se ordenarán las medidas para concretarlo.
Este lunes también testificó Lorenzetti, quien negó su participación en el hecho. Mañana será la indagatoria de Vílchez.